Hace unos 7 años realicé el reportaje del que entonces era un bebé de apenas un año y que ya mostré en el blog, y ese bebé creció y tomó la comunión. Y sus padres pensaron que sería buena idea volver a repetir la experiencia, pero esta vez variando la cantidad de niños. Ahora añadimos a la experiencia del reportaje familiar a su hermana pequeña, tan terremoto como él mismo.
Una tarde calurosa y soleada en la naturaleza luminosa de nuestras playas valencianas, un marco estupendo para que los niños salten y corran sin preocuparse del señor fotógrafo que no deja de perseguirlos entre las dunas y las olas de la playa.
Fotografiar niños tiene su aqué, porque, bueno… ¡son niños! No dejan de moverse, saltan, corren, se caen, lloran… por eso lo mejor es dejarlos a su royo y correr mucho detrás de ellos.
La única dirección que les doy a mis supermodelos es ¡juega con la arena! y Gabi se lo tomó muy al pie de la letra, así que aprovechando el sol del atardecer, de forma totalmente natural y dejando salir el gamberro que lleva encima, empezó a tirarse arena de playa sobre sí mismo. ¡Bien hecho!
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