Postboda en París.

Estamos de acuerdo en que un bonito vestido y traje de novios merece ser lucido, y fotografiado para que salgáis bien guapos. Pero también es cierto que el día de la boda es para disfrutar de los amigos y de la familia, y no hacer una sesión de fotos como si fuerais modelos ¿o no? Para eso están las postbodas. Pero claro, si resulta que además quieres hacer una postboda en un lugar diferente, original, con estilo y elegante, vivir una experiencia divertida, pues vas a querer ir más allá de la albufera. Por ejemplo, aprovechar los vuelos baratos que salen desde Valencia e irte a París con tu fotógrafo a hacerte allí la postboda.

Majo y Andrés son de esas parejas que si tienen que hacer algo, lo hacen a lo grande. Si él tiene que correr una carrera, elige una maratón en Berlín. Si hay que organizar una boda, ella te monta la boda más espectacular del año -que podéis recordar aquí-. Y si hay que hacer un reportaje postboda o trash the dress in París, pues no le vale cualquier cosa. París.


Reportaje de novios en París




Y como muestra este pequeño resumen de una postboda especial con una compañía muy especial:

El día empezó cerca de la catedral de Notre Dame, donde aparte de mis fotos, un grupo de risueños escolares japoneses se llevaron a su país el recuerdo de una pareja de novios posando.

Majo pasó un poquitín de frio -es lo que tiene ir con tu vestido de novia paseándote en diciembre por París-, a mi se me cayó una lente al suelo nada más empezar -¡menos mal que llevaba repuesto!-, la torre Eiffel nos la habían tapado con unas vallas y en la pirámide del Louvre había una grúa enorme y un señor colgado de ella… vamos, ¡todo salió perfecto!


Lo bueno empieza aquí.
Como no podía ser de otra manera, quería un reportaje diferente en un sitio diferente. Primero me propuso ir a una estación de tren abandonada, luego a un lago en un bosque… pero quiso la casualidad que ellos ya tenían planeado un viaje a París, así pues qué mejor lugar para hacer unos fotos de amor que la ciudad del amor. Dicho y hecho, fotógrafo encantado, y en nada ya tenía los billetes de avión y el hotel listo. Eso sí, diciembre no es el mejor mes para ir, pero nos arriesgamos y el día de la sesión tuvimos la suerte de tener un sol más que suficiente.










Las orillas del rio Sena son otro de esos escenarios de películas y anuncios que tantas veces hemos visto, así que era una visita inevitable.










































Siempre que he estado en París ha sido de paso o como un turista más por falta de tiempo. Y siempre me quedo con la misma sensación de no haber explotado suficiente la ciudad por la que Robert Doisneau o Cartier-Bresson pasearon sus cámaras. Prometo que cuando me compre una Leica -eufemismo que usamos los fotógrafos para decir “cuando nos jubilemos”- me iré una semana a ver pasar la vida y fotografiarla allí.

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